Mi obsesión tan peculiar por tenerte, esa necesidad que me domina de repente por querer tenerte junto a mí mientras el latido de tu corazón es la melodía de fondo. Todo aquello que tú sin querer provocas en mí, todo aquello que jamás pensé sentir ni mucho menos expresar. Nos he imaginado de tantas formas, juntos, que recordar la primera sería casi imposible, pero no del todo. ¿Recuerdas aquella vez en que nos vimos por primera vez? ¡Vaya momento! Jamás imaginé quererte en ese momento, aunque tú mirada de repente me lo anunció, mi imaginación aún no sabía volar tan alto, no sin aún conocerte. Y eras hermoso desde ese momento, allí sentado, mirando a todos entrar por la puerta, con miedo e intriga, como todos los demás; siendo la persona más insignificante para todos, siendo la persona más tranquila que cualquiera que estuviese allí, sin querer llamaste mi atención como nadie lo hizo a primera vista, como jamás había sucedido. Detallarlo me sería facilísimo, pero, ¿de qué serviría? Ni tú leerás esto ni yo te lo entregaré, así que no importa demasiado expresar cómo me sentí en el primer momento que te vi: es demasiado fácil imaginarlo, todos lo repiten a cada rato.
¿Mi primer amor? No, sería demasiado falso decirlo, tú no has sido mi primer amor, más sin embargo, has sido quien más me ha sorprendido al yo haberme enamorado de ti. Tú, la persona que jamás habría caído de mi gracia; tú, el que sería exactamente opuesto a mí, con todas esas manías y arrogancia que yo tanto odiaría; tú, siendo tan diferente a todos pero tan igual a la vez, pareciéndome único al momento y uno más también. Tú, tú, tú. Eres ese tipo de persona que debería alejarse de mí, del que jamás debí haber conocido ni haber anhelado. ¡Qué tontería! Imaginarnos a nosotros juntos, siendo lo menos deseado del otro. “Tu imaginación vuela alto, hija” Decía mi madre. Y tenía razón.
Un milagro, claro que eso serviría… tan sólo si ambos creyésemos en ese tipo de cosas.
Tú eres aquél que no cuenta sus problemas a nadie; yo, la que busca en todos un refugio.
Tú eres de aquellos que se ríen de la gente; yo, aquella que siempre busca que la gente se sienta perteneciente.
Tú tan voleibol y yo tan natación.
Tú tan metal y yo tan rock.
Tú tan Satán y yo tan Dios.
Tú tan callado y yo tan habladora.
Tú tan interesante y yo tan aburrida.
Tú tan “la amo a ella” y yo tan
Tú tan teoría y yo tan práctica.
Cuando posas tu mirada sobre la mía intento contener lágrimas de tensión (llamadas de felicidad también) mientras golpeo tus brazos que con tanto anhelo quiero abrazar. Sin decírselo a nadie, cada vez que miro hacia tus labios me imagino besándolos, sintiéndolos sobre los míos, y aunque esto suena tan extraño saliendo de alguien como yo, no puedo contenerme a decirlo. ¡Y tu sonrisa! Vaya cosa que todos deberían notar. No eres la persona más sonriente de éste mundo, y eso es lo que precisamente hace que tu sonrisa sea un tesoro que quisiera retener en una caja y mirarla por siempre. La forma en que miras a los demás, tu graciosa voz, tu forma de ver las cosas, la forma en que dices las cosas, tu forma de sonrojarte, cuando te incomodas, lo que has de hacer cuando alguien no te cae bien, la sonrisa que esbozas cuando algo te parece gracioso (una malicia tuya, también), tu aroma que parece que nadie más puede notar y aunque es muy parecido al de muchas personas que conozco, tú lo haces especial por el simple hecho de ser tú.
Odiarte debería por quererte de esta forma, de tan obsesiva y desgastante forma. Y si crees que escribo todo esto sólo para hablar bien de ti, ahí va todo lo que me molesta y noto de ti también, que está ligado además a lo que he dicho con anterioridad de ti.
Tu forma de caminar tan cansada me desespera, la forma en que tus labios están desgastados me pone nerviosa y de mal humor, la forma de tus dientes chuecos me hace sentir incómoda, tu estatura tan exagerada me hace sentir bien pero también pienso que es incómoda, la forma en que te burlas de las demás personas y logras hacerlas sentir mal, cuando me ves y sabes que me estoy muriendo por ti, cuando me miras fijamente y me desafías con la mirada para saber hasta dónde llegaré, cuando crees que todo gira alrededor tuyo (aunque a veces así sea) es arrogancia de tu parte, cuando me ignoras, cuando hablando con tus amigos logras ponerme nerviosa ya que te miro mucho, cuando sólo me dejas hablar a mí y tú no tienes nada que decir. Hay que agregar otra cosa sin duda: que por tu culpa no tengo otro tema de conversación con mi mejor amiga y que canso a la gente hablando sólo de ti, por tu culpa me siento fea, tonta, ignorante y todo eso. Odio que cuando hablo contigo a veces me quedo sin que decir, pero aún así sigo hablándote. Odio que me contestes tan cortante, tan déspota, odio que te hagas del rogar. Me molesta que la gente me vea mal por culpa tuya. Me fastidia poder ver tus fotos (tus escasas fotos) por varios minutos y no cansarme. Por tu culpa he llegado más que cansada a la UV y como rápido sólo por perder tiempo en ir a buscarte, odio tener que retenerme éste tipo de cosas sólo por anticipar tus reacciones, tus malditas reacciones que probablemente me harían sentir mal. Odio que pienses que te enamoras de todas las chicas que te gustan un poco (aunque a veces sea así también, pero eso no evita que sea un defecto tuyo). Ahora al leer algo que tenga “mercurio” o “plata” me acuerdo de ti. ¿Y sabes qué? Odio que las cosas me recuerden a ti. Odio que cuando alguien dice algo muy detallado me haga pensar en ti, en todas las veces en que das estúpidas explicaciones a cosas tan simples. Odio estar tan cansada mentalmente por culpa tuya, odio pensar que alguna vez te importé…
Si no fuese tan difícil reprimir mis sentimientos en palabras, probablemente escribiría más a lo poco que he escrito. Más no sé qué decir, cómo explicar todo lo que por mi mente pasa. Tampoco quiero hacer un diario sobre ti o algo así, me cansaría mucho. Pero me gustaría que todo lo que pienso sobre ti fuera más fácil de redactar.
No importa mucho lo que digo.
Ándate a la mierda… pero lento, por si quiero alcanzarte. Te odio, a ti y a tu estúpida forma de ser, a la chica que te gusta (no tanto a ella, qué culpa tiene) y por hacer que te quiera tanto.
Muérete.