sábado, 30 de marzo de 2013

El infierno lleno de vida en tus ojos.


Mi obsesión tan peculiar por tenerte, esa necesidad que me domina de repente por querer tenerte junto a mí mientras el latido de tu corazón es la melodía de fondo. Todo aquello que tú sin querer provocas en mí, todo aquello que jamás pensé sentir ni mucho menos expresar. Nos he imaginado de tantas formas, juntos, que recordar la primera sería casi imposible, pero no del todo. ¿Recuerdas aquella vez en que nos vimos por primera vez? ¡Vaya momento! Jamás imaginé quererte en ese momento, aunque tú mirada de repente me lo anunció, mi imaginación aún no sabía volar tan alto, no sin aún conocerte. Y eras hermoso desde ese momento, allí sentado, mirando a todos entrar por la puerta, con miedo e intriga, como todos los demás; siendo la persona más insignificante para todos, siendo la persona más tranquila que cualquiera que estuviese allí, sin querer llamaste mi atención como nadie lo hizo a primera vista, como jamás había sucedido. Detallarlo me sería facilísimo, pero, ¿de qué serviría? Ni tú leerás esto ni yo te lo entregaré, así que no importa demasiado expresar cómo me sentí en el primer momento que te vi: es demasiado fácil imaginarlo, todos lo repiten a cada rato.

¿Mi primer amor? No, sería demasiado falso decirlo, tú no has sido mi primer amor, más sin embargo, has sido quien más me ha sorprendido al yo haberme enamorado de ti. Tú, la persona que jamás habría caído de mi gracia; tú, el que sería exactamente opuesto a mí, con todas esas manías y arrogancia que yo tanto odiaría; tú, siendo tan diferente a todos pero tan igual a la vez, pareciéndome único al momento y uno más también. Tú, tú, tú. Eres ese tipo de persona que debería alejarse de mí, del que jamás debí haber conocido ni haber anhelado. ¡Qué tontería! Imaginarnos a nosotros juntos, siendo lo menos deseado del otro. “Tu imaginación vuela alto, hija” Decía mi madre. Y tenía razón.

Un milagro, claro que eso serviría… tan sólo si ambos creyésemos en ese tipo de cosas.

Tú eres aquél que no cuenta sus problemas a nadie; yo, la que busca en todos un refugio.
Tú eres de aquellos que se ríen de la gente; yo, aquella que siempre busca que la gente se sienta perteneciente.
Tú tan voleibol y yo tan natación.
Tú tan metal y yo tan rock.
Tú tan Satán y yo tan Dios.
Tú tan callado y yo tan habladora.
Tú tan interesante y yo tan aburrida.
Tú tan arrogante y yo también.
Tú tan “la amo a ella” y yo tan “amándote a ti”.
Tú tan teoría y yo tan práctica.

Cuando posas tu mirada sobre la mía intento contener lágrimas de tensión (llamadas de felicidad también) mientras golpeo tus brazos que con tanto anhelo quiero abrazar. Sin decírselo a nadie, cada vez que miro hacia tus labios me imagino besándolos, sintiéndolos sobre los míos, y aunque esto suena tan extraño saliendo de alguien como yo, no puedo contenerme a decirlo. ¡Y tu sonrisa! Vaya cosa que todos deberían notar. No eres la persona más sonriente de éste mundo, y eso es lo que precisamente hace que tu sonrisa sea un tesoro que quisiera retener en una caja y mirarla por siempre. La forma en que miras a los demás, tu graciosa voz, tu forma de ver las cosas, la forma en que dices las cosas, tu forma de sonrojarte, cuando te incomodas, lo que has de hacer cuando alguien no te cae bien, la sonrisa que esbozas cuando algo te parece gracioso (una malicia tuya, también), tu aroma que parece que nadie más puede notar y aunque es muy parecido al de muchas personas que conozco, tú lo haces especial por el simple hecho de ser tú.

Odiarte debería por quererte de esta forma, de tan obsesiva y desgastante forma. Y si crees que escribo todo esto sólo para hablar bien de ti, ahí va todo lo que me molesta y noto de ti también, que está ligado además a lo que he dicho con anterioridad de ti.

Tu forma de caminar tan cansada me desespera, la forma en que tus labios están desgastados me pone nerviosa y de mal humor, la forma de tus dientes chuecos me hace sentir incómoda, tu estatura tan exagerada me hace sentir bien pero también pienso que es incómoda, la forma en que te burlas de las demás personas y logras hacerlas sentir mal, cuando me ves y sabes que me estoy muriendo por ti, cuando me miras fijamente y me desafías con la mirada para saber hasta dónde llegaré, cuando crees que todo gira alrededor tuyo (aunque a veces así sea) es arrogancia de tu parte, cuando me ignoras, cuando hablando con tus amigos logras ponerme nerviosa ya que te miro mucho, cuando sólo me dejas hablar a mí y tú no tienes nada que decir. Hay que agregar otra cosa sin duda: que por tu culpa no tengo otro tema de conversación con mi mejor amiga y que canso a la gente hablando sólo de ti, por tu culpa me siento fea, tonta, ignorante y todo eso. Odio que cuando hablo contigo a veces me quedo sin que decir, pero aún así sigo hablándote. Odio que me contestes tan cortante, tan déspota, odio que te hagas del rogar. Me molesta que la gente me vea mal por culpa tuya. Me fastidia poder ver tus fotos (tus escasas fotos) por varios minutos y no cansarme. Por tu culpa he llegado más que cansada a la UV y como rápido sólo por perder tiempo en ir a buscarte, odio tener que retenerme éste tipo de cosas sólo por anticipar tus reacciones, tus malditas reacciones que probablemente me harían sentir mal. Odio que pienses que te enamoras de todas las chicas que te gustan un poco (aunque a veces sea así también, pero eso no evita que sea un defecto tuyo). Ahora al leer algo que tenga “mercurio” o “plata” me acuerdo de ti. ¿Y sabes qué? Odio que las cosas me recuerden a ti. Odio que cuando alguien dice algo muy detallado me haga pensar en ti, en todas las veces en que das estúpidas explicaciones a cosas tan simples. Odio estar tan cansada mentalmente por culpa tuya, odio pensar que alguna vez te importé…

Si no fuese tan difícil reprimir mis sentimientos en palabras, probablemente escribiría más a lo poco que he escrito. Más no sé qué decir, cómo explicar todo lo que por mi mente pasa. Tampoco quiero hacer un diario sobre ti o algo así, me cansaría mucho. Pero me gustaría que todo lo que pienso sobre ti fuera más fácil de redactar.

No importa mucho lo que digo.

Ándate a la mierda… pero lento, por si quiero alcanzarte. Te odio, a ti y a tu estúpida forma de ser, a la chica que te gusta (no tanto a ella, qué culpa tiene) y por hacer que te quiera tanto.

Muérete.

viernes, 22 de marzo de 2013

Atrapada entre la realidad.


El ambiente que albergaba mi habitación era tenso, lleno de melancolía y dolor emocional. Probablemente mi corazón latía de pura costumbre y ni siquiera lo hacía con ganas, de un momento a otro los colores se habían tornado más pálidos y las cosas habían tomado sentido ahora. La gente no es como regularmente se piensa, cuando nosotros actuamos, regularmente lo hacemos por alguna razón, la que sea: que si te pones nerviosa es porque alguien te importa, que si muestras el interés necesario es también porque la persona te interesa... Pero siempre hay que tener algo muy presente también: no todos pensamos igual y ni hacemos las cosas por las mismas razones.

Mi mente se desviaba cada vez más, con más temas que de a poco iban matándome, destrozándome; mientras que en el computador sonaba el himno de la situación. No quería pensar, ni sentir, ni siquiera quería seguir despierta... pero era inevitable. Todo ahora era muchísimo más claro, pero era de esperarse, ya que la realidad duele más que lo que nosotros imaginamos, muchísimo más.

Todas aquellas acciones que estaba llevando a cabo no me conducían a ningún lado, ni  mis pensamientos tampoco. Que si sería mejor persona, que si sería peor con las personas... Nunca lo lograba. ¿Por qué quería engañarme a mí misma? Dolía muchísimo enfrentarme a todo lo que era cierto, a todo aquello que había evitado, todo aquello que era mejor cuando sólo lo pensaba yo.

Ni siquiera podía llorar demasiado, aunque debía hacerlo no podía... ni siquiera ganas de eso tenía. ¡Vaya forma de destrozarme! Y tener que fingir que no me dolió nadita... qué farsa más grande y terrible.

Anhelaba tomar algo, absorber algo que me llevase a otro lugar, algo como desaparecer de todo lo que me rodeaba y sentirme diferente, libre. Con el esfuerzo que implicaba demostrarme a mí misma que aún seguía con vida, tomé la cajetilla de cigarrillos y saqué una pieza de ésta.

No lograba entender todo lo que por mi mente pasaba, no me podía concentrar en algo en específico. Necesitaba tranquilizarme y pensar las cosas con calma, pero acaso... ¿eso me dolería más? No importaba demasiado.



Escribo ésto con la única finalidad de expresar con brevedad y escasez mis sentimientos de éste momento, si pudieras verlo... no, claro que no me gustaría que lo vieras, sería humillante tener que demostrarte que tus palabras fueron realmente dolorosas y que con ellas he de dormir ésta noche. Me embriago de ti, pensando en ti.


Te quiero más de lo que las palabras pueden expresar. 

lunes, 10 de septiembre de 2012

¿Está bien enamorarse?



Sí, porque eso nos hace sentir felices.
      Sí, pero...
      ¿Podemos alcanzar una felicidad como ésa estando solos?
      ¿Acaso el amor trae consigo solamente felicidad?
      ¿La felicidad es la cosa más importante en la vida?
      ¿Eres feliz cuando amas sin ser correspondido?
      ¿Está bien enamorarse?
       No, porque se van a burlar de mí.
       Sí, pero...
      ¿Prefieres seguir la opinión de los demás o la tuya propia?
      ¿Puedes convencer a los demás de que están equivocados?
      ¿Nos burlamos de los demás porque nos dan celos?
      ¿Los demás se burlan de tus papás porque están enamorados?
      ¿Está bien enamorarse?
      Sí, porque así nos ayudamos entre los dos.
      Sí, pero...
      ¿Si tu pareja no te ayuda la sigues queriendo?
      ¿Nos enamoramos de la persona en sí o de lo que hace esa persona?
      ¿El amor debe servir de algo?
      Cuando nos enamoramos, ¿preferimos ayudar o que nos ayuden?
      ¿Está bien enamorarse?
      No, porque luego no dura nada.
      Sí, pero...
      ¿Quién puede saber si un amor durará?
      ¿Se pueden hacer cosas para que el amor dure?
      ¿Debemos evitar enamorarnos para no arriesgarnos a sufrir?

      ¿Está bien enamorarse?
      No, porque es algo que pasa sin que lo pidamos.

      Sí, pero...
      ¿Podemos enamorarnos sin querer?
      ¿Hay en alguna parte alguien que está destinado para mí?
      ¿Basta con enamorarnos para seguir enamorados?

Todos hablamos del amor, soñamos con él y le tenemos miedo... Qué felicidad, pero también, qué preocupación, porque estar enamorado tiene sus riesgos. ¿Qué tal si no podemos estar sin nuestra pareja? ¿Y si nos enojamos, y si cortamos? ¿Y si la gente se burla de nosotros? Y además, uno no exactamente decide enamorarse de alguien: no elegimos ni el momento, ni la persona. Pero si es cierto que el amor es más fuerte que nosotros, también nos permite revelar lo que somos, lo que llevamos en lo más profundodel corazón...

Hacerte esta pregunta es entonces... comprender y aceptar que no controlamos todo....darte cuenta de lo que eres y de lo que quieres, para poder asumirlo libremente....permitir que lo maravilloso entre en tu vida diaria.

Ya dejen de suspirar. Y de preocuparse. Estoy segura(o) de que al rato, en la casa, todos ustedes van aescribir algo sobre sus enamoramientos.